En primer lugar, Hans Urs von Balthasar sostiene la estrecha relación entre
conciencia, voluntad del Padre y Misión en Jesús, es decir no hay ninguna
oposición entre ellas. Así mismo dirá que hay aceptación de una conciencia de misión
escatológica y universal en Jesús, lo cual supone que la misión es única e
irrepetible, porque es identificada con el mismo Enviado, por voluntad del
Padre bajo la guía del Espíritu.
Con respecto a la misión(envío) el NT
(sinópticos, Juan, y Corpus Paulino) ocupa
el centro de la misma cristología, pues, la misión tiene un carácter soteriológico
en el cual está implicado el Padre (reconocido). Tal missio tiene raíz en una processio,
en otras palabras, tiene su origen en Dios. Tambiénse destaca que Jesús
teníaautoconciencia de su misión y de quien lo enviaba respectivamente
(utilizase más πέµπω
que ἀποστέλλω).
Ahora bien, acorde con las Escrituras, la voluntad del Padre está
intrínsecamente presente en Jesús: “Tú eres mi hijo, el amado, en quien tengo
mis complacencias” (cf. Mc 1:11). Por tal motivo se puede afirmar que la conciencia
del Jesús terreno es la misma conciencia del Cristo Pascual; la diferencia se
hace acerca de la percepción de los discípulos que es distinta antes y después
de la Pascua.A su vez, Jesús asumió con plena conciencia su función redentora
porque Él sabía por quién entregaba la vida. Deja todo en las manos del Padre,
evidentemente capacitado por el Espíritu (cf. Lc 10:18). Ahora, ¿en qué
consiste la conciencia absoluta de Jesús? Es ante todo la entrega total de
Jesús a su misión, se haceuno con ella. En concreto, su misión no está para ser
contemplada sino para ser cumplida. Finalmente, en la misión de Jesús se puede comprender
claramente la trinidad inmanente y la trinidad económica.
Por otro lado, el Enviado (πέμπειν) es
libre para cumplir laθέλημα τοῦπατρὸς. Vemos a Jesúsque pasa por varias tentaciones
(cf. Lc 4,13). Élrechaza los ofrecimientos que le podrían haber apartado del
camino. Él no aleja su mirada de la voluntad del Padre (cf. Jn 5:20),
manifestándose así una común y libre decisión trinitaria. Incluso debe beber
del cáliz (cf. Mt 26:42). En efecto, nótese que el Padre ama al Hijo, están en
íntima sintonía que se denota con la expresión "ἀββά". También, el
Padre siempre está al tanto de la misión del Hijo en el Espíritu Santo. Acorde
con Juan 4:34 Jesús experimenta la voluntad del Padre como un manjar. Es una
vivencia de pleno abandono y pertenencia. Vemos que en la conciencia de la
misión se muestra la relación inmediata con el Padre (Riedlinger), quedando el
Hijo libre para responder (Ranher). Jesús desde el principio conocía su
identidad como Hijo, como adorador del Padre (cf. Jn 4, 34). Dicha obediencia
comienza desde la misma Encarnación, sin olvidar que la unión hipostática
antecede a la donación de la gracia habitual como efecto de la misión del
Espíritu (pneumatología). Justamente será el Espíritu el que desempeñará el
libre amor entre el Padre y el Hijo (Kasper). Por tanto, el Hijo siguiendo la
acción del Espíritu cumple la voluntad del Padre. El Espíritu se convierte en la
expresión armónica de libertad entre el Padre y el Hijo. El Hijo se realiza con
la ayuda del Espíritu (unidad trinitaria). Finalmente, su obediencia a la
voluntad divina reflejará su libertad y plena disponibilidad. Jesús con todas
las pruebas y padecimientos demostrará la virtud de la paciencia, esperanza y
fe.
Acerca de la conciencia de Jesús puede
ser afirmado que él iba creciendo en su conocimiento, es decir, él aprendía con
sus sentidos (Tomás de Aquino). El niño se iba sintiendo diferente pero a la
vez más auténtico, pues bien afirma Lucas: “el niño iba creciendo en sabiduría,
estatura y gracia” (Lc 2:52). Él tenía conciencia de su filiación y misión.
Además es sostenible exponer el carácter im-pre-pensable de su conciencia de
misión. Efectivamente, al respecto del conocimiento de Cristo nacieron varias
posturas ya desde los Padres de la Iglesia, en la Escolástica, etc. Algunos lo
conciben con facultades superiores y otros como alguien que fue progresando desde
su integridad humana (en la κένωσις),
pues, el Hijo no sabe de la hora (Mc 13,32). En definitiva, él era libre desde
el seno materno, lo cual supone que fue dando forma a su misión, la fue
configurando con su libre responsabilidad. También demuestra una relación
recíproca entre la libertad e inspiración del Espíritu (cf. Rom 8).En resumen,
con la cristología de la conciencia es posible descubrir el verdadero rostro de
Cristo; seremos capaces de entender la realización de la misión como propio del
cristiano, pues, la misión del Hijo es la manera económica de la eterna
procesión del Padre.
En la persona de Cristo nos encontramos
a nosotros mismos, vemos hacia donde encaminar nuestra vida; viviendo nuestra
misión orientados por el Espíritu Santo.
Por:
Estudante barnabita de Teologia na Pontifícia Universidade Católica do
Chile.
Bibliografia
Hans
Urs von Balthasar. Teodramática. Misión y
persona de Cristo. Encuentro, 1990.