En primer lugar, el teólogo Karl Ranher, sostiene que existe una profunda relación
entre Trinidad inmanente y la Trinidad económica. Y lo expresa con la tesis: “la
Trinidad económica es la Trinidad inmanente, y a la inversa.”
Específicamente, la obra común tal y
como las tres personas divinas han manifestado en la historia de la salvación,
se denomina Trinidad Económica. De tal modo, las obras de Dios nos revelan
quien es Él en sí mismo, porque, la Trinidad se ha revelado para comunicarnos
el amor absoluto.
Por otro lado, la Trinidad Inmanente se
refiere al gran misterio de la relación íntimaentre el Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Comprendida como una misma operación y una misma naturaleza. En
efecto, la comunicación intratrinitaria está presente de modo nuevo en la autocomunicación soteriológica.
Asi mismo, en la relación trinitaria no existe oposición sino una eterna
unidad.
A modo particular, considero que cada
persona divina opera y se comunica libremente con el ser humano, dándose un
fundamento ontológico real de la vida y de la gracia (realidad salvífica y
experiencia gratuita). En otras palabras, la Trinidad se comunica a sí misma
como don absoluto del amor (autocomunicación), aunque continua teniendo un
carácter misterioso (incluso en la visio beatifica). Por tanto, Dios se
comporta con nosotros de una manera trinitaria, demostrando de tal forma
también la trinidad interna. Si bien,
dentro de la experiencia personal hay aspectos que competen a la fe y a la
gracia, que pueden ir más allá de una conceptualización (verbalización).
¿Cuáles serían las
consecuencias de que el tratado sobre la Santísima Trinidad se halle tan aislado
dentro de la estructura de la dogmática? Un aislamiento del tratado
sobre la Santísima Trinidad dentro de la estructura dogmática trae varias
consecuencias: primeramente, existiría una inadecuada comprensión de la Santísima
Trinidad y de la misma Encarnación del Logos. Sucede, generalmente, que en la
piedad cristiana se comprende más que Dios se hizo Hombre pero no se la aborda
como la revelación de la misma Trinidad. A su vez, habría, una tendencia
monoteísta (no trinitaria) perdiéndose en el horizonte de la reflexión la
acción del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Como otra consecuencia, la Trinidad
pasaría ausente, desapercibida, como una realidad cerrada en sí misma. Al mismo
tiempo, se la vería como una realidad que no nos afecta, sin relación con
nosotros.
Además, existe el riesgo de quedarse en
especulaciones y discursos filosóficos sin llegar a reconocer que la relación intratrinitaria es
vista en la misma economía de la salvación, tal cual vemos descrita en la
Escritura.
También está relacionado al aislamiento:
el rechazo a admitir la presencia (ecos y analogías) de la Santísima Trinidad
en el Antiguo Testamento. Por tanto, surgiría una dificultad ontológica para
explicar y perderíamos la constatación de la presencia divina en la historia de
la salvación, que es la transmisión de la vida eterna (se puede perder el
sentido del misterio salvífico).
En definitiva, no se debe aislar el
tratado sobre la Trinidad porque tiene relación con nuestra misma salvación real y futura visio beatifica.
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